Hasta ahora, como el contenido era el centro de lo que hacíamos en las aulas universitarias, el papel del docente también era central como transmisor de ese contenido. Pero, ¿cómo cambia situar los procesos de enseñanza desde el aprendizaje del estudiante y su desarrollo de competencias en el centro? Se atribuye a Einstein una frase que decía: Yo no enseño a mis estudiantes, creo las condiciones para que puedan aprender. Pero, ¿cómo hacemos esto? Nuestro papel se desarrolla fundamentalmente en los siguientes aspectos.
Crear un contexto para el desarrollo de competencias. Esto se puede concretar en el contexto del portafolio con un diseño cuidadoso de las tareas obligatorias que se van a incluir en el mismo y la elaboración de una guía atractiva y clara que oriente su desarrollo.
Crear un clima de confianza y seguridad. En el contexto del portafolio, el profesorado puede ofrecer confianza si ofrece una presentación personal al estilo de las que pedimos al alumnado así como mediante una retroalimentación cercana.
Evaluar de manera educativa y comprensiva. El portafolio es una estrategia privilegiada para ello. Es más fácil de implementar cuando la ratio es adecuada y, cuando no lo es, se pueden diseñar tareas intedisciplinares entre varias asignaturas que permitan que cada uno de los docentes se dedique al seguimiento de una parte del alumnado de la clase.